viernes, 12 de diciembre de 2014

INDICADORES DE EVALUACIÓN EN EDUCACIÓN

Por: Natalio chino Mejia
Los sistemas nacionales de evaluación creados en los años noventa encontraron su fundamento en la idea extendida de que la evaluación constituye un elemento decisivo para la mejora cualitativa de la educación. De acuerdo con este supuesto básico, la adopción de decisiones encaminadas a la mejora de la actividad educativa sólo puede asentarse sobre una información rigurosa, contrastada y equilibrada, que además debe ser difundida públicamente y estar abierta al debate. La evaluación constituye un valioso mecanismo para obtener y difundir ese tipo de información,  por lo que se convierte en un poderoso instrumento de conocimiento, de valoración y, en última instancia, en una palanca de cambio y de reforma (OECD, 1996). No es extraño que, en este contexto, se haya llegado a afirmar que la evaluación constituye un recurso
                       
A la vista de esta situación, puede concluirse que la aplicación de pruebas de rendimiento a los estudiantes es actualmente uno de los mecanismos más  generalizados para lograr una efectiva rendición de cuentas en el ámbito educativo. A través de esa práctica se ha ido produciendo un desplazamiento de la evaluación de los aprendizajes desde el espacio interior de la institución escolar hacia otro ámbito de carácter más público, logrando así hacer más transparente la actividad educativa y permitiendo valorar mejor el rendimiento logrado. No obstante, no se debe ignorar que dicha práctica ha sido objeto de análisis contrapuestos, pues mientras que algunos actores educativos han subrayado su valor e interés para el desarrollo de nuevos modos de administración de la educación, otros han puesto el énfasis en las consecuencias negativas que produce, especialmente por el efecto que lleva asociado de desprofesionalización de la tarea docente.
            Una de las principales consecuencias que ha producido la puesta en marcha de los diversos mecanismos de rendición de cuentas consiste en que los centros escolares han pasado a ser sometidos a escrutinio y evaluación (CERI, 1995). En efecto, si bien la mirada de los evaluadores se dirigió en primer lugar hacia los resultados escolares que obtienen los estudiantes, aplicándoles pruebas de rendimiento, la atención se dirigió inmediatamente hacia los actores y el entorno donde reciben su formación. Los profesores, el currículo y el conjunto de la institución escolar han pasado en consecuencia a ser objeto de evaluación. De ese modo, la evaluación educativa ha ido desbordando sus ámbitos tradicionales de actuación (los estudiantes y sus aprendizajes) y alcanzando nuevas áreas (los profesores, el currículo y los centros escolares). Puede decirse que el conjunto de la actividad educativa es hoy objeto legítimo de evaluación y no solamente los aspectos relativos al alumno y a su proceso de aprendizaje.

 También conocemos distintos modelos de evaluación de la actividad docente, desde los que se realizan periódicamente por los superiores jerárquicos - directores o inspectores - y asignan calificaciones a cada profesor que tienen influencia en su carrera profesional, hasta los que se basan en una evaluación por pares y tienen un carácter fundamentalmente incentivador. Y otro tanto podría decirse de los modelos de evaluación de programas educativos, sobre los que existe una amplia literatura  que nos eximirá de analizarlos aquí (Shadish, Cook & Leviton, 1995). La tipología de modelos e instrumentos de evaluación es muy amplia, así como sus fundamentos científicos y los métodos que aplican. El objetivo final de todos ellos es el mismo – evaluar los diversos componentes de los sistemas educativos – pero las aproximaciones que realizan son sumamente variadas.

Entre estos nuevos instrumentos que se han desarrollado en los últimos tiempos, hay uno que ha experimentado un rápido desarrollo en la última década, por lo que merece la pena su consideración detenida. Se trata de los denominados indicadores de la educación, a cuya definición y cálculo se han dedicado bastantes esfuerzos en este último tiempo. El objeto de este trabajo no es otro que analizar qué son los indicadores de la educación, qué interés y sentido tienen, a qué ámbitos de la educación se pueden aplicar y qué nos pueden aportar para comprender mejor la realidad educativa. Las páginas siguientes se dedican a esa tarea.

 indicadores de la educación


Qué pueden los indicadores ayudarnos a comprender los distintos elementos de la realidad educativa.Podemos realizar una primera aproximación a través de las definiciones de ese término que incluyen los diccionarios más habituales de las diversas lenguas. Así, el Diccionario de la Real Academia Española define al indicador como aquello “que indica o sirve para indicar”, mientras que este último término es a su vez definido como "dar a entender o significar una cosa con indicios o señales". Una definición parecida proporciona el diccionario Larousse, que define al indicador como aquello “que indica, que permite conocer” o “que sirve para indicar”.  Por su parte, el Oxford Dictionary lo define como “una cosa que señala algo” o “un tablero que da información sobre la situación actual”. Aunque estas definiciones puedan parecer excesivamente genéricas, suponen una primera orientación en la búsqueda del significado del término.

Los primeros indicadores desarrollados fueron los económicos, elaborados con el propósito de facilitar la compren­sión y la representación de una realidad tan compleja como es el mundo de la economía, a través de la recogida y el análisis de un conjunto limitado de datos significativos. Del éxito de la tarea de construcción de los indicadores económicos da fe el uso tan frecuente de algunos de ellos, como los de producto interior bruto, renta per capita, índice de precios al consumo u otros, que son manejados a diario tanto por los economistas como por los no especialistas. Los indicadores económicos forman parte de nuestra vida cotidiana y de nuestros instrumentos de comprensión del mundo que nos rodea.
finalmente los indicadores son muy importantes en cuestion de mejoraminetos de calidad de aprendizaje delos estudiantes en este caso, no se pretende analizar cuál es la situación educativa, sino tener elementos de juicio para valorar el cumplimiento de las metas políticas marcadas. Es esa otra posible aplicación de los indicadores, que comienza a ser explotada en la actualidad.
 bliográficas 
ANGULO, J.F. (1992): "El caballo de Troya. Calidad de la enseñanza y tecnocracia", Cuadernos de Pedagogía, nº 206, pp. 62-67.
BOTTANI, N. & TUIJNMAN, A. (1994): "International education indicators: framework, development an interpretation", en CERI: Making Education Count. Developing and Using International Indicators, Paris, Centre for Educational Research and Innovation – OECD, pp. 21-35.

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